domingo, 29 de diciembre de 2019

Una grieta en el tiempo y una disculpa atrasada

Creo firmemente que los viajes en el tiempo son posibles. Que aún estamos lejos, pero que son posibles.

Ahora es cuando vienen los weones a decirme que si fueran posibles ya habría venido algún culiao a avisarnos y que ya sabríamos... pico weon, me importa dos carajos su lógica. Por algo no lo harán, los weones son sabios weon, son sabios, en ese tiempo pueden leer hasta tu mierda y la mía, así que por algo no lo harán. No es el punto.

El punto es que si los viajes en el tiempo son posibles, básicamente el tiempo es maleable. Está comprobado weon, pregúntale a cualquier weon que cache de física. En ese sentido, si el tiempo es maleable, las coincidencias podrían ser algo más que hechos fortuitos, aleatorios... ¿Podría algún hecho tener relación con otro momento del continuo del tiempo? Yo creo que sí. Expongo mi argumento.



Esta historia parte con el Panzer, José Miguel Insulza.




Básicamente un viejo cabrón de la política chilena. Cara de enojado, pinta de que cacha de lo que habla, lo suficientemente pelao, viejo y canoso para que uno lo trate de usted. Estuvo en la OEA el loco, a uno se le olvida esa wea pero al parecer le pega el viejo. Dentro de lo que alguien le puede pegar en la política. Digamos que últimamente se podría considerar que Florcita Motuda también le pega, no sé, complicada la wea.

Y, dato importantísimo, El Panzer tiene un pequeño tic: El weon se sorbetea los mocos. De tanto en tanto, como que se esnifa el aire circundante, de una fosa nasal, después de la otra, repite, repite, toma harto aire por la nariz, le suenan los mocos, y después pone esa cara de macho beta enojado.

Mi historia con El Panzer comienza en el Aeropuerto de Santiago. Iba yo hacia el sur, de vacaciones. Había una larga fila para pasar por seguridad, de esas que son como en zigzag. Con mi compadre Diego, estábamos avanzando, y vemos que unas 10 personas más atrás que nosotros venía El Panzer.


Una fila así, pa los weones poco imaginativos


- "Diego, ese weon no es Insulza?"
- "Sí", me dijo. Se volvió a poner los audífonos, se rascó las bolas y no pescó más. Una buena rascada, dicho sea de paso.

El Panzer pasó al lado nuestro, él iba hacia la izquierda y nosotros hacia la derecha, más adelante que él en la fila del zigzag. En ese tiempo El Panzer era considerado un buen político. Como dije, OEA po weon. Como si uno supiera qué chucha hace la OEA, pero tiene sigla, cualquier wea con sigla es pulenta, eso piensa uno.

Cuando El Panzer estaba al otro extremo nuestro, me nació un deseo inevitable. Pensé en hablarle al Panzer, pensé en preguntarle algo de política actual, aunque sea en hacerle el saludo de cabeza y cuello, ese que uno levanta la pera pero con los ojos mirando a la persona, como si no me importara mucho. Tenía al Panzer ahí, en una fila de mierda, aburrido. Era mi oportunidad. Pero pensé un plan mejor. Se lo conté a Diego.

- "Diego" - le dije. Se sacó un audífono - "le voy a tirar un peo al Panzer"

Se volvió a poner el audífono. A veces puede ser bien desconsiderado este culiao.

Anyway (tenía ganas de escribir esa wea weon, anyway, otsea, hello), lo preparé. Dos combos en la guata, un par de retorcijones, y estaba listo. Tengo habilidad pa esa wea, entrenamiento duro. Fue mi primera edad solo silencio. Mi adolescencia fue dominio. Mi juventud fue un viento dirigido. Me preparé como una lanza. Acostumbré la nariz en las letrinas. Eduqué el ano en la vergüenza. Ejecuté las pruebas del zorrillo. Viví en las madrigueras familiares. Aceché la comida de mi nonna. Arañé los secretos de los ascos. Entretuve los palillos de fósforo. Me amamanté de pura mierda fina. Me quemé con bacterias intestinales. Fui cazador entre las guerras crueles. Se tiñeron calzoncillos de victorias. Leí las agresiones de la noche. Sostuve los derrumbes del azufre.

Y me hice velocidad, luz repentina.

Venía el Panzer. Aguanté. Me acuclillé para prepararme. Lo miré, no me miró. Nos cruzamos. Procuré estar cerca de él. Hubo contacto, hombro con hombro. Era el momento, AHORA!

PUM!

PEO

Silencioso, se durmió en las sábanas del ventisquero. Di un paso hacia adelante. Miré hacia atrás. Timing perfecto, dos segundos después del peo, vino el tic del Panzer.

Se esnifó el peo. Se comió el peo.

Claro, un par de segundos después, Diego también se lo comió.

- Fuiste voh? - me dijo
- Sí po, si te dije... se comió el peo el Panzer
- Chancho culiao...

Audífono de vuelta.

Nos topamos dos veces más con el Panzer. Tenía cara de más enojado. El Peo fue un rotundo éxito. El Panzer se comió el Peo.

Ya en el avión me dio un no sé qué que qué sé yo. Infantil la wea, básica. ¿Qué culpa tenía El Panzer de tener un tic que lo hiciera tan susceptible a comerse (de forma tan monumental) mi peo?

Año 2019. Estallido social y protestas en Chile. Insulza declara que él es partidario de reprimir con energía las evasiones, conociendo las violaciones a los derechos humanos que habían estado ocurriendo. Después osa sugerir que Chadwick es su amigo, en medio de la acusación constitucional, dando a entender que no podía votar en contra de un amigo. Después reculó.

De todos modos, el tiempo es maleable. Bien comido que teníai el Peo, Insulza.

Y a Diego, mis disculpas. Daño colateral no intencionado, que lamento hasta el día de hoy. Ya mañana no.


La piedra crece donde cae la gota